Sin duda, morir

Dispuesto a morir por esa chica. Por esa chica que le causaba tanto dolor, tanta alegría. ¿Quién podía imaginarse que aquel apuesto joven se encontraría en esta extraña situación?
Solo una valla les había separado estos últimos meses, y desde el primer momento en que la vio, supo que sería el amor de su vida.
Apenas habían tenido contacto físico, si acaso se habían tocado rara vez la mano, pero una de esas veces, hubo una conexión especial, una conexión que hizo que estuviesen unidos para siempre.
El joven se levantaba cada día pensando en aquellos ojos azules que le habían robado el corazón, en esa voz que se adueñaba de todos sus sentidos. Pero también esta mañana al despertar, había sentido que algo no marchaba bien.
Su corazón comenzó a acelerarse hasta llegar al despacho donde se encontraba su jefe: “El último traslado del día está previsto para dentro de una hora, supervísalo”.
Parecía que alcanzaba las mil pulsaciones por minuto. El camino se le hacía eterno. Abrió la puerta de aquella valla y empezó a contar. Uno, dos, veinte, veintinueve… El treinta no llegó a salir de sus labios. Aquellos ojos azules se habían encontrado con los suyos de nuevo, como cada noche a las once. El rostro del joven reflejaba rabia, impotencia, dolor… El de la chica tan solo ingenuidad. Los demás vigilantes enviaban a toda aquella gente a las duchas, pero ella no podía ir. Intentó explicar su situación a sus superiores, pero la respuesta fue rotunda: debe morir, nació para morir. Agarró la mano de la chica por primera vez y se dispuso a tomar aquella ducha. No dejaron de mirarse hasta que sus corazones dejaron de latir.
1 Response
  1. FranJoPeGar Says:

    La muerte como tengo puesto en mi entrada y como bien habrás leido, si no toca hoy, tocará mañana,